Consejos para gestionar la aparición de la tristeza durante las fiestas de fin de año
Únete al canal de Whatsapp de WapaEste año ha sido totalmente atípico para todos. Si lo observamos con lupa, nos damos cuenta de que nos ha permitido realizar actividades que otros años no hubiéramos pensado hacer; sin embargo, también nos ha privado de mucho, como frecuentar a nuestra familia y amigos, o cumplir algunos sueños y metas que teníamos previstos.
En este proceso, es natural que aparezcan varias emociones, como la tristeza y la incertidumbre, especialmente a finales de año. “Este tipo de emociones son parte del proceso de crecimiento personal, y suelen ocurrir en determinados períodos de nuestras vidas; por ejemplo, cuando está cerca tu onomástico o se acercan las fiestas de fin de año”, señala Tania Guimac, profesora de la Universidad de Piura.
Estas emociones se pueden manifestar como: desánimo, melancolía, desaliento, hasta con la perdida de energía. En este sentido, Guimac señala que lo más saludable es no evadir ninguna emoción, inclusive cuando se trate de la tristeza, porque todas existen por una razón.
¿Por qué aparece la tristeza?
La tristeza suele existir por una razón adaptativa y de sobrevivencia y, aunque muchos consideren que nos complica la vida, su presencia fomenta la reintegración personal. Es decir, mirar hacia nuestro interior para conectarnos con nosotros mismos, cuestionarnos algunos sucesos ocurridos o por las consecuencias de las decisiones tomadas.
Según la especialista de la UDEP, la tristeza también surge por decepción, cuando desaparecen o disminuyen las esperanzas depositadas en algo. El psicólogo Paul Ekman, uno de los primeros en enfocarse en el estudio de las emociones, considera la tristeza como una de las emociones básicas. Así mismo, Seligman (1975) menciona que esta también “suele aparecer tras una experiencia en la que se genera miedo debido a que la tristeza es el proceso contrario del pánico y actividad frenética.”
¿Cómo lidiar con la tristeza?
La profesora Guimac brinda algunas alternativas para gestionar esta emoción:
- Hacer una lista de ventajas y desventajas que nos ha traído el año. Como un FODA personal, donde podamos visualizar todas las metas alcanzadas, pues quizás no hemos sido muy conscientes de haberlas logrado. Además, podremos analizar las desventajas o debilidades que podríamos potenciar para una siguiente vez o, simplemente, las que deseemos dejar ir para ya no ocuparnos de ellas.
- Objetivos con flexibilidad. Los objetivos motivan y dirigen nuestras vidas, es importante pactarlos; pero, no tienen por qué sumar una tensión más. No nos obsesionemos con cumplirlos a toda costa. . Seamos gentiles con nosotros mismos. Enfoquémonos en lo importante; pero, seamos conscientes y realistas de la existencia de adversidades. Una buena opción es elaborar planes de contingencia, que nos brinden más tranquilidad y seguridad.
- Aprendizajes en check. Enlistar todos los aprendizajes que hemos tenido este año nos ayudará a darnos cuenta del crecimiento personal, profesional, académico, etc. y de que, ahora, sabemos más.
- Redirigir nuestro foco de atención. Realizar actividades que mantengan nuestra mente ocupada permitirá brindar poco espacio para la tristeza. En caso de que vuelva a aparecer, se recomienda hacer un alto antes de continuar con nuestras actividades.
- Rodearnos de gente. Ya sea de manera virtual o física (en la medida que se pueda), hay que fortalecer los lazos de amistad, procurar la felicidad y pasar momentos agradables.
- Volver a prender nuestra curiosidad. Se recomienda buscar maneras creativas de seguir creciendo en la nueva normalidad, con herramientas tecnológicas, y retomar algunos otros pasatiempos dejados en el pasado.
Finalmente, si la tristeza perdura a pesar de haber intentado gestionarla, debemos tener en cuenta que puede haberse convertido en algo más severo, por lo que Guimac recomienda acudir a los especialistas: médicos psiquiatras o psicólogos.
“La tristeza es importante, lo preocupante es cuando quiere persistir por tiempos prolongados, sobre todo, cuando la aceptamos como normal y no hacemos nada por gestionarla. Podría ligarse con la depresión o dirigirnos a ella, sumando otros síntomas”, señala la especialista.