Prometía un futuro brillante, pero era una asesina: la verdadera cara de la mujer más buscada del mundo
Únete al canal de Whatsapp de WapaPanama City, Florida. 6 de abril de 2002. Dos oficiales llegaron hasta un departamento modesto con una orden simple: escoltar a una mujer llamada Elaine Antoniette Parent a la comisaría para un interrogatorio. No sabían mucho más. La foto que tenían de ella era borrosa, y la información, escasa. Cuando una mujer de unos sesenta años los recibió amablemente, no vieron motivo para sospechar. Ella pidió unos minutos para arreglarse. Se encerró en el dormitorio. Un minuto después, un disparo atravesó el silencio.
El humo de una Magnum .357 llenaba el cuarto. Elaine Parent, quien acababa de evitar ser capturada con una bala en el corazón, no era solo otra sospechosa. Era “la Asesina Camaleón”, una fugitiva que durante más de una década había confundido a las policías de cinco países y a la mismísima Interpol. Su último acto fue, como siempre, escurridizo, perfecto, letal.
La mujer sin rostro real
Elaine Parent no era simplemente una criminal; era un rompecabezas viviente. Usó más de 20 identidades distintas: Sylvia Ann Hodgkinson, Sandra Little, Darlene Higgins… y varios nombres más, algunos masculinos. Se disfrazaba, cambiaba de acento, falsificaba documentos, robaba vidas como si fueran vestimentas. Era experta en numerología y astrología, lo que usaba como herramienta para acceder a la vida personal de sus víctimas. A menudo, prometía predicciones maravillosas… pero lo que seguía era muerte.
La policía encontró en su departamento múltiples licencias de conducir, pasaportes falsos, tarjetas de crédito y una libreta con los datos personales de un hombre que probablemente sería su próxima identidad. Elaine Parent murió como vivió: transformándose.
El crimen que la convirtió en leyenda
En 1990, Beverly McGowan, una joven empleada bancaria de Florida, publicó un anuncio buscando una compañera de piso. “Alice”, una supuesta empleada de IBM con acento británico, respondió. Pronto se hizo su amiga, la halagó con lecturas numerológicas y le prometió amor verdadero. Poco después, Beverly desapareció.

Unos días más tarde, su cuerpo fue hallado en un canal del condado de St. Lucie. Estaba decapitada, sin manos ni tatuajes que pudieran identificarla. O casi. Un segundo tatuaje, olvidado por el asesino, permitió a la policía confirmar que era Beverly. Las pistas llevaron a “Alice”, quien no era otra que Elaine Parent. Para entonces, ya estaba lejos.
Robo de identidad: el arma silenciosa
Antes de Beverly, Parent ya había perfeccionado su modus operandi. En Orlando, conoció a Charlotte Rae Cowan en un bar. Le habló sobre astrología, le sacó información personal y logró ganarse su confianza. Luego, disfrazada de hombre, volvió para pedirle su certificado de nacimiento con una historia falsa. Charlotte se lo dio. Nunca imaginó que su identidad sería usada para estafas en varios estados. Tuvo suerte: sobrevivió.
Con McGowan, el final fue distinto. Usó la misma técnica de manipulación emocional, pero esta vez decidió desaparecerla del mapa. Para Elaine, las identidades eran herramientas. Y si alguien ya no le servía, simplemente… desaparecía.

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Una red de desapariciones internacionales
Tras el asesinato de Beverly, las pistas llevaron a Inglaterra. Una mujer llamada Sylvia Ann Hodgkinson, cercana a Parent, también había desaparecido. La policía británica interrogó a Parent en su momento, pero no sospecharon de ella. Décadas después, Hodgkinson sigue sin aparecer. Se cree que fue otra de sus víctimas.
Parent también dejó rastros en Sudáfrica, Turquía y Australia. Cada país encontró su huella, pero nunca a ella. Hasta su muerte, burló todas las fronteras, todas las alertas. Era como un fantasma con rostro nuevo en cada país.
El error que la delató
Irónicamente, fue su fama lo que la traicionó. El programa “America’s Most Wanted” dedicó un episodio completo a su historia. Una vecina de Panama City creyó reconocerla y llamó a la producción. La pista fue enviada a la policía local… pero nadie advirtió a los agentes de lo peligrosa que era. Esa omisión le permitió a Parent encerrarse sola en una habitación y dispararse antes de ser atrapada.
Con su muerte, se apagó también la posibilidad de conocer cuántas vidas robó. Cuántos nombres suplantó. Cuántas víctimas más jamás fueron identificadas.
Un misterio sin desenlace
Veintitrés años después de su suicidio, su verdadera identidad sigue siendo un enigma. Existe un certificado de nacimiento a nombre de Elaine Antoniette Parent, nacida en 1942 en el Bronx, pero nunca se confirmó si era real o también robado. Su primera condena fue por hurto en los años 70. Su primer asesinato conocido, en 1990. Su carrera delictiva duró al menos tres décadas.
Nora Pfeiffer, investigadora del caso McGowan, dijo tras su muerte: “Fue el caso más frustrante de mi vida. Nos engañó hasta el final. Se burló de todos. Nos quitó la oportunidad de hacer justicia”.