¿Quieres evitar el colesterol alto? El mal hábito que debes eliminar antes de los 50, según expertos
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Colesterol malo.
Mantener el colesterol bajo control es clave para cuidar tu corazón. Y aunque existen muchos factores que influyen en su aumento, hay un hábito en particular que los especialistas recomiendan eliminar antes de cumplir 50 años: fumar.
Este mal hábito, además de afectar los pulmones, tiene un impacto directo en la salud cardiovascular y los niveles de colesterol. Por eso, dejar de fumar podría ser una de las mejores decisiones para proteger tu corazón a largo plazo.
¿Por qué fumar aumenta el colesterol?
El tabaquismo no solo daña los pulmones. Fumar altera el equilibrio de grasas en la sangre, provocando que el cuerpo produzca más colesterol LDL (conocido como "colesterol malo") y reduzca el HDL (el "colesterol bueno"), encargado de proteger las arterias.
Este desbalance favorece la acumulación de placas de grasa en las arterias, dificultando la circulación de la sangre y aumentando el riesgo de sufrir un infarto o un accidente cerebrovascular.
¿Qué pasa en el cuerpo cuando dejas de fumar?
Dejar el cigarro trae beneficios casi inmediatos para el organismo. Los expertos de la Clínica Mayo señalan que:
- En pocas semanas mejora la circulación sanguínea.
- Los niveles de colesterol bueno (HDL) comienzan a subir.
- El riesgo de enfermedades cardíacas disminuye progresivamente.
- El cuerpo empieza a repararse a sí mismo desde el primer día sin fumar.
¿Por qué es importante dejar de fumar antes de los 50 años?
Aunque abandonar el cigarro a cualquier edad es positivo, los médicos destacan que hacerlo antes de los 50 permite reducir significativamente los riesgos asociados al colesterol alto y a las enfermedades cardiovasculares.
Además, cuanto antes dejes este hábito, mayor será la capacidad de tu cuerpo para recuperarse y mantener una buena salud a largo plazo.
¿Cómo dejar de fumar y reducir el colesterol?
Sabemos que dejar el tabaco no es fácil, pero hay tratamientos que pueden ayudarte a conseguirlo:
- Terapias de reemplazo de nicotina.
- Apoyo psicológico o grupos de ayuda.
- Medicamentos recetados por un especialista.
- Cambios en el estilo de vida: alimentación saludable, actividad física y control del estrés.