El internet está de luto: murió la mujer que sin saberlo hizo historia con el viral “se hace la vístima”
Únete al canal de Whatsapp de WapaElizabeth Ogaz nunca imaginó que una entrevista breve en televisión cambiaría su vida para siempre. En 2019, su frase accidental “se hace la vístima” fruto de un simple error de pronunciación la catapultó a la fama en redes. Hoy, su historia cierra con una triste despedida: falleció a los 61 años en La Calera, Chile.
El meme que se convirtió en pesadilla
Lo que comenzó como una anécdota divertida para millones, fue, en realidad, una experiencia amarga para ella y su familia. Durante una entrevista donde denunciaba maltratos mientras trabajaba para María Inés Facuse y Sergio Jadue (exdirectivo del fútbol chileno), Elizabeth cometió un desliz lingüístico que internet no perdonó: “Se hace la vístima”.
La frase se viralizó de inmediato, y con ello llegaron los memes, parodias y burlas en todos los rincones de las redes. Aunque muchos lo tomaron como una broma inocente, para Elizabeth fue una condena silenciosa: “Me siento mal porque casi que no puedo salir a la calle”, declaró tiempo después.
El impacto en su salud física y emocional

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La fama no le trajo reconocimiento ni dinero. Le trajo acoso. Según su hija, María José Paz Ogaz, el hostigamiento fue constante. “Nos gritaban cosas, nos seguían, pedían fotos, se burlaban”, contó. Elizabeth, además, enfrentaba una dura batalla contra la diabetes, enfermedad que se agravó con el paso de los años.
Fue hospitalizada el 29 de marzo tras una amputación de pierna. La infección derivada de esa intervención provocó una septicemia que terminó con su vida. Su familia, sin los recursos necesarios, lanzó una campaña solidaria para cubrir los tratamientos y hoy también busca apoyo para los gastos funerarios.
Una historia viral que terminó con dolor
Elizabeth confesó que su problema de pronunciación se debía a un deterioro dental. “Esto para mí no es gracioso. Me duele que me molesten”, decía en sus últimas apariciones públicas, dejando claro que detrás del meme había una mujer real, con emociones, luchas y sufrimiento.
Su fallecimiento deja un eco incómodo en redes sociales: ¿qué tan lejos puede llegar el humor en internet? Y, sobre todo, ¿quiénes pagan el precio de la viralidad? Hoy, mientras muchos recuerdan su icónica frase, su familia enfrenta la pérdida de una madre, una mujer trabajadora, y una víctima del poder de los clics.