¡Vivimos engañados! La frazada tigre no es peruana y este es su impensado origen que llevó a su creador a la quiebra
Perú, conocido por sus múltiples ventajas, se destaca por su clima variado, con un equilibrio ideal entre calor y frío que permite a sus habitantes disfrutar de condiciones agradables la mayor parte del año.
No obstante, cuando las temperaturas bajan, los peruanos emplean ingeniosos trucos para combatir el frío. Con el tiempo, una frase emblemática ha caído en desuso: “saca la frazada del tigre”.
¿Cuál es el origen de la frazada Tigre?
Esta expresión, hoy en día menos común, evoca un producto que se convirtió en un básico de los hogares peruanos: los famosos cobertores Tigre. Originarios de Aguascalientes, estos cobertores se ganaron un lugar especial en el corazón de la gente con sus diseños que mostraban leones, águilas, gorilas, y, por supuesto, tigres, además de imágenes religiosas, marcando una era que perduró por al menos tres décadas.
Los cobertores Tigre fueron creados por el visionario empresario Jesús Rivera Franco, nacido en Teocaltiche, Jalisco, pero con profundas raíces en Aguascalientes desde su infancia.
Aunque su familia originalmente se dedicaba a la fabricación de sombreros, Rivera Franco incursionó en la elaboración de sarapes, una tradición regional, antes de emprender la búsqueda del material perfecto para una cobija. Su hallazgo en Europa, el jacquard sintético, se destacó por su calidez, ligereza y facilidad para estampar, convirtiéndose en la base del moderno cobertor San Marcos.
Creador de frazadas Tigre se fue a la ruina
En la década de 1970, Rivera Franco fundó el Grupo Textil San Marcos y estableció varias fábricas en Aguascalientes. Desde estas instalaciones, los cobertores se distribuían por todo México y posteriormente hacia Estados Unidos y Centroamérica. El éxito fue inmediato, convirtiendo los cobertores San Marcos en un elemento casi omnipresente en los hogares mexicanos y más allá.
A pesar de su fama, en 1992, Rivera Franco decidió vender su compañía al consorcio neoleonés Cydsa, que continuó produciendo este popular y querido producto en el país. Sin embargo, la aparición de nuevas tecnologías y la competencia de productos extranjeros comenzaron a afectar a los cobertores San Marcos, lo que llevó a la empresa a operar con pérdidas.
Finalmente, en 2004, la emblemática empresa cerró sus puertas, marcando el fin de una era y dejando atrás una tradición que se ha convertido en un objeto de culto transmitido de generación en generación. Aunque han pasado 23 años desde la desaparición de los originales cobertores San Marcos, la nostalgia por este producto perdura.