Funeral del Papa: las transparencias, minifaldas y collares que rompieron el protocolo

El funeral del papa Francisco, marcado por un protocolo estricto y la presencia de líderes mundiales, se transformó en un evento social donde las miradas se desviaron hacia los estilismos de los invitados. Pese al esfuerzo general por respetar la etiqueta —como el impecable look de la reina Letizia con mantilla y broche—, algunas figuras destacadas rompieron las normas tradicionales.

Melania Trump, Matilde de Bélgica y Silvia de Suecia fueron señaladas por sus errores de vestimenta: transparencias inapropiadas, minifaldas fuera de lugar y joyas polémicas que contrastaron con la solemnidad de la despedida al pontífice.

El protocolo de vestimenta para el funeral del papa, establecido por el Vaticano, exige sobriedad y respeto más allá del simple luto. Los hombres deben usar traje y corbata negra o en tonos oscuros como azul marino, aunque se permite el uniforme militar de gala para miembros de las fuerzas armadas. En cuanto a las mujeres, se requiere un vestido largo negro, de mangas largas, cuello cerrado, sin adornos brillantes y con joyas discretas como perlas; también es obligatorio el uso de medias negras, zapatos cerrados, y un peinado y maquillaje sobrios.

Además, las reinas, primeras damas y políticas de alto rango deben llevar mantilla negra, aunque puede sustituirse por un tocado discreto, como hizo la reina Letizia. También se permite el uso de gafas de sol durante la ceremonia si la exposición solar es intensa. Todo busca garantizar que el acto mantenga su solemnidad y respeto.

María Teresa de Luxemburgo fue una de las figuras más cuestionadas por presentarse sin cubrirse la cabeza, llevando un vestido camisero con mangas de transparencia y un escote en pico, además de lucir tacones con detalles dorados y un cinturón XL poco adecuados.

Aunque Silvia de Suecia respetó estrictamente el protocolo, su llamativo collar de brillantes generó comentarios, ya que, pese a la correcta mantilla, la pieza destacaba demasiado en un contexto que pedía mayor discreción.

Jill y Joe Biden volvieron a ser criticados por sus elecciones de vestuario: él con una corbata azul demasiado clara y ella con un conjunto de dos piezas con botones brillantes y una falda cuyo largo apenas cumplía con las normas.

Donald Trump optó por un traje azul claro, mucho más vistoso de lo apropiado, facilitando que destacara en un entorno dominado por el negro; Melania, aunque correcta en su atuendo, cometió un error al no quitarse los guantes de encaje al saludar.

La vicepresidenta desentonó completamente: falda corta, chaqueta de encaje con lazada y labios rojos rompieron con la sencillez y sobriedad exigidas para la ocasión, dejando claro su alejamiento de los códigos de discreción.